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sábado, 16 de julio de 2016

Adiós maestro

Carlos Nine detestaba la revista Humor. Lo supe después de escribirle un mensaje para contactarlo a través de la web. Debí haberlo notado porque en la biografía de la página no figura esa publicación de Ediciones de la Urraca, ni El Péndulo, ni Humi, ni SexHumor, ni El Periodista, pero sí la Fierro. En todas y en más había puesto talento.
Tener el testimonio de Nine era muy relevante porque además de ilustrar las crónicas del Angel gris que firmaba Alejandro Dolina había sido, a partir de junio de 1984, el encargado de ilustrar la tapa de Humor durante los primeros años del alfonsinismo, una tarea hasta entonces reservada casi con exclusividad a Andrés Cascioli -fundador de la revista y de la editorial- y Sergio Izquierdo Brown. Cascioli ya había muerto e Izquierdo Brown declinó darme el testimonio ya ni recuerdo por qué, pero tal vez porque no me conocía e ignoraba mis intenciones.
La respuesta de Nine a mi mensaje fue unas horas más tarde: "Hola Diego, ando muy escaso de tiempo y mi opinión sobre la publicación no coincide con la historia oficial que se fue edificando sobre este tema. O sea que te agradezco pero declino el ofrecimiento. suerte en la tarea".
Era noviembre de 2011 y yo empezaba a investigar la historia de la Humor. En aquellas primeras indagaciones a tientas me topé rápido con las primeras sorpresas de encontrar voces que horadaban el mito alrededor de la revista. La mayoría de los que consultaba quería hablar de Humor pero no de Cascioli.
Entonces le contesté que por el tiempo no había apuro, pero me interesaba el disenso porque tener el aporte de múltiples miradas y opiniones enriquecería mi investigación. "Así que se si cambia de opinión, tiene hueco en las próximas semanas y puede recibirme, lo apreciaré muchísimo. Saludos". Me contestó enseguida que lo dejáramos para comienzos del año siguiente.
En enero, cuando retomé el contacto siempre vía correo electrónico, volvió a disculparse por la demora en responder, y me soltó: "el problema es la falta de tiempo; por eso creo que se puede resolver telefónicamente; porque uno va a la grano y habla directamente de la cuestión. En todo caso lo hacés en dos conversaciones, las grabas y listo el pollo. Estoy preparando materiales para una expo en Francia y terminando dos libros. Como comprenderás esto es para mi más importante en cuanto a la inversión de mi tiempo, que recordar a la detestable revista "Humor" donde la pasé tan mal".
Le insistí en una entrevista presencial pero no hubo caso. Era por teléfono o no era. Claro, mi impertinencia no me permitía darme cuenta que para Nine Humor era apenas una revista más en la que había participado y que él para entonces (2011) era un artista de una trayectoria que acá no era muy conocida, pero más allá de Ezeiza -en especial en Francia e Italia- alcanzaba relieves trascendentales. De nuevo, hay que repasar la biografía de la web para ver la cantidad de grandes medios donde publicó, las exposiciones en Europa, libros publicados, galerías, que acá tuvieron nula o escasa repercusión.
Ahora, conmocionado por su muerte, encuentro que había ilustrado en enero una nota en la revista Anfibia y que allí, en esta pequeña bio, rechazaba ser considerado artista y se declaraba un trabajador. La Biblioteca Nacional acaba de lanzar un concurso de historieta en su homenaje.
En YouTube hay varias notas que le hicieron, varios programas que le dedicaron. Espero que la prensa gráfica lo honre como se merece, como artista, como trabajador, como lo merezca. Como lo merece.

La noticia en Le Monde y en Italia.
Gran nota de Andrés Valenzuela en Página 12 La despedida de Sasturain

jueves, 22 de agosto de 2013

Germen

Es una mañana del invierno de 2011. En el subsuelo de la Biblioteca Nacional, sector hemeroteca, reviso diarios de 1983. Busco las promesas de aquella campaña electoral que ese año reinstaló la democracia. En el paso de las páginas casi amarillentas encuentro un aviso publicitario de la revista Humor. Ocupa dos columnas y todo el alto de una de las páginas de la sección espectáculos de Clarín. Promociona con un nivel de detalle exagerado el número que cuelga de los kioscos. Alguna vez Andrés Cascioli, -director, mentor, creador de ese y otros tantos productos gráficos- había explicado que la extensión de la publicidad era un pedido de los presos políticos porque sólo así podían enterarse del contenido de una publicación clave durante el último lustro de la dictadura militar imperante. ¿Por qué clave? ¿Una revista de humor? ¿De dibujitos? Porque se burlaba de los militares que habían asaltado el poder en 1976 al nivel del ridículo con caricaturas fabulosas. Porque entrevistaba figuras prohibidas, incluía chistes con temas tabú, columnistas que opinaban y firmaban allí lo que no podían en los medios tradicionales y porque entendió como nadie que aún con una mordaza férrea se podía enfrentar de manera inteligente la censura y la represión. Humor, no sólo fue Humor: fue El Péndulo, Humi, Hurra, Fierro, Caín, El Periodista. Una editorial con la que además de oxigenarse en la noche represiva se podía aprender a leer, descubrir artistas de todo tipo o fascinarse con historietas eróticas. Y así, en esa sala silenciosa de la hemeroteca, comenzó a gestarse un libro. Buscaría reconstruir y retratar la cocina de esa revista y el resto de los títulos que aparecieron, indagar por qué se había constituido en ese faro, quiénes eran los hacedores, cómo surgían los chistes, las tiras, las notas, dilucidar por qué y cómo una publicación que sobrevivió a la censura asesina, ya en la democracia, cerró tras una larga agonía. La historia completa llega a las librerías en septiembre.