martes, 12 de mayo de 2015
El prócer oculto
A propósito de la muestra Zapatos en la Heladera, escribí este perfil de Tomás Sanz para el sitio La Agenda.
viernes, 24 de abril de 2015
Alfredo
Podría caer en lugares comunes y escribir: "La muerte duele más cuando se va una buena persona". O los artistas nunca se van porque siempre reviven cuando te encontras con su obra. También podría caer en otro clásico remanido del periodismo vernáculo y ejercer el autoreferencialismo. Revelar cómo lo contacté para el libro, de la desconfianza inical y de la generosidad posterior y de su pedido de acortar formalismos: "No me trates de Usted. Entre periodistas y dibujantes hay una convención: somos todos iguales, aunque algunos, por desgracia, hayan nacido antes". Nos comunicamos por correo electrónico siempre y el último intercambio fue el 11 de diciembre de 2013 cuando me escribió para contarme que Papá Noel le había regalado mi libro.
Quienes eran amigos y compartieron trabajos con él lo recuerdan con mayor justicia y sin lugares comunes en Internet, como este hermoso texto de Marcelo Lacanna.
Ayer cuando me enteré que había fallecido no tuve reflejos ni lucidez para ensayar una despedida. Me emocionó ver que al margen de colegas había muchos lectores de Satiricón, Humor, Humi, Superhumor y SexHumor que recordaban con afecto los trabajos que desplegó en esa y otras publicaciones. Me ilusioné con que el periodismo gráfico le diera unas honras a la altura de lo que merece pero hoy que veo que no fue así. Y se me aparece una frase que otro maestro como Menchi Sábat me dijo en la investigación del libro al referirse a Andrés Cascioli: "La sociedad es muy injusta. Debería ser más solidaria con los esfuerzos, con la tenacidad y con la trayectoria de Cascioli". Supongo que estas palabras bien podrían aplicarse hoy a Alfredo Grondona White.
domingo, 22 de febrero de 2015
De Operación Masacre a Humor
Hoy participé del programa de Silvia Mercado en la Once 10, "Operación Masacre: la rebelión de lo escondido". Aquí el audio.
sábado, 29 de noviembre de 2014
Fue sin querer queriendo
Cuando supe de la muerte de Roberto Gómez Bolaños recordé de inmediato esta tapa de la revista Humor (sí, es casi una obsesión), pero recién hoy leo que el colega y amigo Diego Rottman publicó esta historia que desconocía por completo. Puedo agregar que esta tapa del número 31 no está relacionada a ese entuerto porque es de abril de 1980, un año después de los hechos que se relatan. Y también que entonces Chespirito no se sintió molesto por aparecer retratado junto a Emilio Massera (como Quico), Jorge Videla (como Don Ramón) o Estela Martínez de Perón (como la Bruja del 71) sino porque adentro había una nota de Braccamonte (Carlos Llosa) que daba cuenta de un conflicto con Edgar Vivar por su mujer en la vida real (que encarnaba a Doña Florinda) y que ella estaba con él por interés. El entuerto quedó reflejado en las páginas de números siguientes con una aclaración. Braccamonte supo entonces que era común que Andrés Cascioli recibiera llamados de famosos que se quejaban de lo despiadado de la sección Espectáculos de la revista.
martes, 24 de junio de 2014
Andrés
Un día como hoy, pero de 2009, fallecía Andrés Cascioli, tal vez el último gran editor gráfico que tuvo la Argentina, responsable de títulos como Satiricón, Chaupinela, Humor, Super Humor, Humi, Sex Humor, Fierro, El Periodista y tantos otros. Allí desplegó el gran talento que tenía como dibujante, ilustrador, creativo publicitario, caricaturista y, sobre todo, director técnico para detectar y sumar a los distintos proyectos a pares o mejores como él, y, por supuesto, muchos novatos.
Cuando encaré la escritura del libro sobre la historia de la revista decidí que el comienzo tenía que ser el velatorio que transcurrió dos días después y duró apenas cinco horas para presentar a los personajes que se mencionarían en los capítulos siguientes, pero además porque para muchos la muerte de Cascioli fue el cierre de una etapa: ya sin él no habría posibilidad de volver a juntar en un misma publicación a baluartes del plumín y el periodismo gráfico.
La muerte el 25 de junio de Michael Jackson y la actriz Farrah Fawcett Major tapó la despedida a un hombre que con sus luces y sus sombras hizo muchísimo por el periodismo argentino.
Aquí pueden leer ese primer capítulo.
Cuando encaré la escritura del libro sobre la historia de la revista decidí que el comienzo tenía que ser el velatorio que transcurrió dos días después y duró apenas cinco horas para presentar a los personajes que se mencionarían en los capítulos siguientes, pero además porque para muchos la muerte de Cascioli fue el cierre de una etapa: ya sin él no habría posibilidad de volver a juntar en un misma publicación a baluartes del plumín y el periodismo gráfico.
La muerte el 25 de junio de Michael Jackson y la actriz Farrah Fawcett Major tapó la despedida a un hombre que con sus luces y sus sombras hizo muchísimo por el periodismo argentino.
Aquí pueden leer ese primer capítulo.
miércoles, 18 de junio de 2014
Premio
La Cámara Argentina de Publicaciones premió el libro "Humor Registrado, Nacimiento, auge y caída de la revista que superó apenas la mediocridad general" de Editorial Marea en el marco del 26° Concurso "Los Libros Mejor Impresos y Editados en la Argentina" durante 2013. La entidad le concedió el segundo premio en la categoría "Ensayo General: Biografía, historia, ciencias sociales, ensayo periodístico" y el máximo galardón al trabajo "Argentina, il Gaucho: Arte, tradizione e fede" de Artifex. Felicitaciones a Editorial Marea, Constanza Brunet, Virginia Ruano y la imprenta Nuevo Offset.
jueves, 12 de junio de 2014
Humor y los Mundiales
Hay muchos abordajes posibles para contar la historia de la revista Humor. Se analizaron bastante –en especial en el ámbito académico- los cinco años bajo el yugo de la dictadura. Pero también se podría narrar a partir de la evolución e involución del humor gráfico o de las famosas tapas; de la relación que hubo con los lectores o explicar el sinuoso recorrido de las ventas.
También claro sería posible trazar etapas con cada Mundial de fútbol que se disputó a lo largo de los 21 años en los que la revista llegó a los kioscos. No sería forzado hacerlo porque la revista salió en la Argentina cuando comenzaba el Mundial del 78 e imperaba el terrorismo de estado. Aquel debut vendió alrededor de 22.000 ejemplares de los 25.000 impresos. Cuando cuatro años después se jugó el de España y la guerra de Malvinas tenía las últimas batallas, la publicación de Ediciones de la Urraca había crecido tanto que promediaba los 150 mil ejemplares (ya auditados por el IVC) y para el verano siguiente llegaría a los famosos 330 mil luego del número 97.
Pero en el de México 86 estaba Raúl Alfonsín, con quien la revista tuvo una relación ambigua, y la circulación se había desplomado por debajo de los 90 mil y sería de 50 mil ejemplares para el de Italia 90, con Carlos Menem en la Casa Rosada y responsable de medidas económicas hacían mella en empresas como la de Andrés Cascioli.
Cuando llegó el de Estados Unidos 1994, la revista comenzaba a ser la sombra de lo que había sido: sólo vendía 18.439 ejemplares. En el de Francia 1998, ni siquiera eso. Un año después dejaba de editarse.
miércoles, 23 de abril de 2014
martes, 8 de abril de 2014
Anatomía de una investigación
El amigo y colega Roly Villani me comentó hace poco que de haberme entrevistado por mi libro de la revista Humor lo primero que me hubiese preguntado era como había sido la investigación. Es una gran pregunta que, sin embargo, nadie me hizo hasta ahora en las notas periodísticas que tuvo la salida del trabajo.
Responder ese interrogante, aunque tenga que develar errores y dificultades, podría saciar la curiosidad del amigo y tal vez guiar a futuras investigaciones de éste u otros temas.
Empiezo por mis errores. El más básico es sin duda el haber llevado la idea a las editoriales sin tener muy claro qué quería hacer. "Contar la historia de la revista Humor y porqué una revista que había soportado la dictadura se vino abajo en democracia", explicaba. "¿Por qué no una biografía de Andrés Cascioli?", me contrapropuso un editor. Haré las dos cosas, me envalentoné. En ese road show muchos me preguntaron si tenía algo escrito. Pero sólo había una vaga idea, una fantasía. Líneas, ni una.
Ahí cometí el segundo error: haber firmado un contrato con la editorial. Porque una vez que haces eso empieza a correr el plazo de entrega como la cuenta regresiva de una bomba. Por suerte, la editorial que se entusiasmó con la idea tuvo flexibilidad, pero no todas obran de la misma manera e incluso -según comentan amigos y conocidos- las más grandes son como firmarle un 08 al Diablo.
Un primer consejo entonces sería: de tener una idea, hay que desarrollarla, masticalarla, definirla e incluso comenzar a escribir, antes de ofertarla. Una vez que se encendió la mecha, sonaste.
El tercer error -también básico por cierto- es no haber planificado el trabajo. ¿Por dónde arrancar? ¿Revisar la colección antes o después de las entrevistas? ¿A quién consultar? Podía mirar otros ejemplos, pero no hay una tradición local o universal en historiar o revisar el trabajo periodístico, de manera que no hay bibliografía sobre publicaciones periódicas para "robar" ideas o estructuras. Claro, porque entonces creía que con una estructura todo sería más fácil. Error. Una investigación, tendría que saberlo ya, no es una meta, es una forma de buscar algo que no siempre se sabe qué es. Una estructura puede dar pautas, pero nunca acotar el trabajo.
La bibliografía sobre Humor se limita a la compilación de su director Andrés Cascioli (Musimundo 2005) sobre lo mejor de lo publicado durante la dictadura, en el que a modo de introducción hay un esbozo de historia que se detiene en el último año de gobierno militar; y se completa con dos libros que analizan el mismo período pero con una impronta de tesina sociológica, campo en el que hay otros trabajos no menos interesantes, pero todos académicos (no lo digo con desprecio, sino que carecen de carne humana o detalles periodísticos). Ninguno abordaba la génesis ni el camino que transitó a partir del regreso democrático.
Fuera de esta publicación, no hay muchos libros que recreen el funcionamiento de medios, salvo algunas buenas excepciones. El libro de Gabriela Esquivada sobre el diario de Montoneros sería uno, pero pone más énfasis en la cuestión política del medio, el país, el peronismo, etcétera, que el día a día, la rutina periodística. Otro ejemplo podría ser el de Gustavo González de la revista Noticias, pero es un compilado de historias alrededor de tapas y notas, más que una reconstrucción del surgimiento y el derrotero de la redacción. También están los de Jacobo Timerman, o de La Opinión, Crítica y Primera Plana, que tampoco se centran demasiado sobre el funcionamiento.
Mi objetivo era recrear la historia, el antes, durante, después, quiénes, cómo, por qué, dónde, etcétera. Estaba claro que debía consultar la colección completa de la revista y entrevistar a los protagonistas principales de la historia de la misma. Pero ¿en qué orden? ¿A quiénes? La revista Humor se editó durante 21 años -566 números en total- y trabajaron varias decenas de personas. Pero muchas de ellas murieron, otras colaboraron de manera frecuente y otras en alguna que otra época. ¿Cómo priorizarlas? ¿Cómo ordenarlas?
Sobre las revistas, aunque resulta increíble, no tengo ni un sólo ejemplar de Humor, de manera que dependía de las hemerotecas, donde hay horarios y normas que acotan mucho el trabajo. Por ejemplo, las de la Biblioteca Nacional y del Congreso cierran todo enero. Sí, todo enero. Y el resto del año tienen un horario de atención al público, al que debía ir en mis ratos libres de un trabajo full time y una familia. Ambas instituciones tienen empleados muy amables, pero la burocracia es tremenda. Por ejemplo en la Biblioteca Nacional te dan de a un tomo por vez; en la del Congreso, de a tres; pero ni en una ni en otra el cuidado de las colecciones es inmaculado -por culpa de los usuarios casi exclusivamente-, faltan ejemplares, están rotos, etcétera. En ninguna de las dependencias están las colecciones completas. Por suerte tuve la fortuna de que el amigo Christian Rémoli tenía muchos ejemplares y otros los aportó el amigo Guillermo Salmerón y hasta un lector histórico Carlos Zeppa que entrevisté para el libro.
Ahora sé que debería haber revisado toda la colección antes de empezar las entrevistas e incluso podría haber escrito el libro sin entrevistar a nadie porque la revista solía dar cuenta del funcionamiento interno y tenía un contrato de lectura con los lectores, con un ida y vuelta y una transparencia poco frecuente. El haberlo hecho me hubiese permitido tener una idea más clara de a quien entrevistar y qué historias subrayar, qué y a quién preguntar, etcétera. La mayoría de la gente no recuerda algunas cosas hasta que no se las mencionas o se la arrancás de la memoria con un dato o una imagen.
En mi defensa digo que hacer una investigación es lo más parecido a desenredar muchas madejas, no un ovillo ni una mamuska. Madejas que tienen mugre, nudos y un largo desconocido. Una vez que comenzas a indagar es como internarse en un laberinto de pistas, guiones, preguntas y dificultades que te tiran la planificación a la misma mierda. Un dato te lleva a otro o te hace perder tiempo porque a la larga es mínimo.
El paso del tiempo y la quiebra de la editorial dificultó encontrar muchos documentos y papeles que hubiesen dado un marco formal a ciertos dichos, pero si en las hemerotecas faltan revistas y diarios, imaginen lo que ocurre con el papelerío.
Un párrafo aparte merecen las desgrabaciones. ¿Cuándo desgrabar? ¿Cuándo terminaste todas, apenas la hiciste? Lo más rápido posible porque muchas veces quedan detalles y anotaciones mentales que es bueno dejar asentado y además el resultado de una puede disparar otras entrevistas.
Mi idea inicial era escribir la historia de la revista, pero también de sus hacedores y, en especial, de Andrés Cascioli, editor responsable y creador de muchos de los clásicos del periodismo gráfico más reciente. Sería un error contar la revista Humor sin descifrar el ADN y en este caso era meterse en la trayectoria de Cascioli y de Perdón, Chaupinela y Satiricón. Y sería un error no ir más allá del angelamiento había respecto de Humor y Cascioli.
Cascioli murió en 2009, con lo cual ya no tenía la posibilidad de entrevistarlo. Tal vez fue una suerte porque cuando comencé las indagaciones me encontré con muchas broncas. Supe de su carácter fuerte y ahora imagino que de estar vivo hubiese influido de manera clara en mi trabajo, a favor o en contra. Que ya no esté y aquellas asignaturas pendientes hacen que mucha gente no quiera hablar de él o se sienta limitada para hacerlo con el grabador encendido.
También comenzaron a surgir otros personajes desconocidos para mí. Y aquella lista de potenciales entrevistados comenzó a sufrir agregados, tachaduras y el eje del libro a variar.
Hoy creo que entrevisté gente de más y que algunos podría haberlos soslayado, ¿pero cómo saberlo hasta que no terminó la entrevista?
Una cuestión extra con la que me topé es que los dibujantes, verdaderos artistas, no son muy dados a hablar de otros colegas como Cascioli e incluso de su propio trabajo (es lo más parecido a pedirle a un artista que interprete su obra) y más si se trata de lo que hicieron hace más de 20 años. Muchos no quisieron hablar, otros lo hicieron por escrito o fueron muy parcos. Los periodistas, en cambio, fueron locuaces, pero cuando el grabador se apagaba.
Soy de la época en la que se enseñaba que el off the record era sólo una orientación para el periodista, no algo para publicar. El que quiera publicar un libro escandaloso de Humor, con chismes y puteríos, encontrará abundante material, pero no cuente más que con mi advertencia de que se ligará un juicio. En el libro hay algunas insinuaciones y un lector atento interpretará el resto.
Finalmente, ¿cuándo se da por terminada la investigación? ¿Cuánto dedicar a la investigación y cuánto a la escritura? Cada uno sabrá. La ventaja de tener un contrato firmado y una fecha de cierre/entrega, es que te plantea una meta, pero eso no implica que tengas los tiempos definidos. La investigación podría haber seguido porque quedan virutas siempre, pero había que ponerse a escribir y eso también requiere repasar y repasar el texto para que quede bien claro lo que investigaste, ordenar los datos, priorizarlos, jerarquizarlos, para consolidar el resultado final, que nunca será el que imaginabas y siempre tendrá imperfecciones y mejoras.
Tal vez todo esta parrafada no venda bien el libro, pero ahí están las críticas que sirven mejor a ese efecto. Por otro lado, con seis meses en la calle, recibí el aporte de algunas erratas que serán corregidas si hay una segunda edición, pero ninguna desmentida.
Responder ese interrogante, aunque tenga que develar errores y dificultades, podría saciar la curiosidad del amigo y tal vez guiar a futuras investigaciones de éste u otros temas.
Empiezo por mis errores. El más básico es sin duda el haber llevado la idea a las editoriales sin tener muy claro qué quería hacer. "Contar la historia de la revista Humor y porqué una revista que había soportado la dictadura se vino abajo en democracia", explicaba. "¿Por qué no una biografía de Andrés Cascioli?", me contrapropuso un editor. Haré las dos cosas, me envalentoné. En ese road show muchos me preguntaron si tenía algo escrito. Pero sólo había una vaga idea, una fantasía. Líneas, ni una.
Ahí cometí el segundo error: haber firmado un contrato con la editorial. Porque una vez que haces eso empieza a correr el plazo de entrega como la cuenta regresiva de una bomba. Por suerte, la editorial que se entusiasmó con la idea tuvo flexibilidad, pero no todas obran de la misma manera e incluso -según comentan amigos y conocidos- las más grandes son como firmarle un 08 al Diablo.
Un primer consejo entonces sería: de tener una idea, hay que desarrollarla, masticalarla, definirla e incluso comenzar a escribir, antes de ofertarla. Una vez que se encendió la mecha, sonaste.
El tercer error -también básico por cierto- es no haber planificado el trabajo. ¿Por dónde arrancar? ¿Revisar la colección antes o después de las entrevistas? ¿A quién consultar? Podía mirar otros ejemplos, pero no hay una tradición local o universal en historiar o revisar el trabajo periodístico, de manera que no hay bibliografía sobre publicaciones periódicas para "robar" ideas o estructuras. Claro, porque entonces creía que con una estructura todo sería más fácil. Error. Una investigación, tendría que saberlo ya, no es una meta, es una forma de buscar algo que no siempre se sabe qué es. Una estructura puede dar pautas, pero nunca acotar el trabajo.
La bibliografía sobre Humor se limita a la compilación de su director Andrés Cascioli (Musimundo 2005) sobre lo mejor de lo publicado durante la dictadura, en el que a modo de introducción hay un esbozo de historia que se detiene en el último año de gobierno militar; y se completa con dos libros que analizan el mismo período pero con una impronta de tesina sociológica, campo en el que hay otros trabajos no menos interesantes, pero todos académicos (no lo digo con desprecio, sino que carecen de carne humana o detalles periodísticos). Ninguno abordaba la génesis ni el camino que transitó a partir del regreso democrático.
Fuera de esta publicación, no hay muchos libros que recreen el funcionamiento de medios, salvo algunas buenas excepciones. El libro de Gabriela Esquivada sobre el diario de Montoneros sería uno, pero pone más énfasis en la cuestión política del medio, el país, el peronismo, etcétera, que el día a día, la rutina periodística. Otro ejemplo podría ser el de Gustavo González de la revista Noticias, pero es un compilado de historias alrededor de tapas y notas, más que una reconstrucción del surgimiento y el derrotero de la redacción. También están los de Jacobo Timerman, o de La Opinión, Crítica y Primera Plana, que tampoco se centran demasiado sobre el funcionamiento.
Mi objetivo era recrear la historia, el antes, durante, después, quiénes, cómo, por qué, dónde, etcétera. Estaba claro que debía consultar la colección completa de la revista y entrevistar a los protagonistas principales de la historia de la misma. Pero ¿en qué orden? ¿A quiénes? La revista Humor se editó durante 21 años -566 números en total- y trabajaron varias decenas de personas. Pero muchas de ellas murieron, otras colaboraron de manera frecuente y otras en alguna que otra época. ¿Cómo priorizarlas? ¿Cómo ordenarlas?
Sobre las revistas, aunque resulta increíble, no tengo ni un sólo ejemplar de Humor, de manera que dependía de las hemerotecas, donde hay horarios y normas que acotan mucho el trabajo. Por ejemplo, las de la Biblioteca Nacional y del Congreso cierran todo enero. Sí, todo enero. Y el resto del año tienen un horario de atención al público, al que debía ir en mis ratos libres de un trabajo full time y una familia. Ambas instituciones tienen empleados muy amables, pero la burocracia es tremenda. Por ejemplo en la Biblioteca Nacional te dan de a un tomo por vez; en la del Congreso, de a tres; pero ni en una ni en otra el cuidado de las colecciones es inmaculado -por culpa de los usuarios casi exclusivamente-, faltan ejemplares, están rotos, etcétera. En ninguna de las dependencias están las colecciones completas. Por suerte tuve la fortuna de que el amigo Christian Rémoli tenía muchos ejemplares y otros los aportó el amigo Guillermo Salmerón y hasta un lector histórico Carlos Zeppa que entrevisté para el libro.
Ahora sé que debería haber revisado toda la colección antes de empezar las entrevistas e incluso podría haber escrito el libro sin entrevistar a nadie porque la revista solía dar cuenta del funcionamiento interno y tenía un contrato de lectura con los lectores, con un ida y vuelta y una transparencia poco frecuente. El haberlo hecho me hubiese permitido tener una idea más clara de a quien entrevistar y qué historias subrayar, qué y a quién preguntar, etcétera. La mayoría de la gente no recuerda algunas cosas hasta que no se las mencionas o se la arrancás de la memoria con un dato o una imagen.
En mi defensa digo que hacer una investigación es lo más parecido a desenredar muchas madejas, no un ovillo ni una mamuska. Madejas que tienen mugre, nudos y un largo desconocido. Una vez que comenzas a indagar es como internarse en un laberinto de pistas, guiones, preguntas y dificultades que te tiran la planificación a la misma mierda. Un dato te lleva a otro o te hace perder tiempo porque a la larga es mínimo.
El paso del tiempo y la quiebra de la editorial dificultó encontrar muchos documentos y papeles que hubiesen dado un marco formal a ciertos dichos, pero si en las hemerotecas faltan revistas y diarios, imaginen lo que ocurre con el papelerío.
Un párrafo aparte merecen las desgrabaciones. ¿Cuándo desgrabar? ¿Cuándo terminaste todas, apenas la hiciste? Lo más rápido posible porque muchas veces quedan detalles y anotaciones mentales que es bueno dejar asentado y además el resultado de una puede disparar otras entrevistas.
Mi idea inicial era escribir la historia de la revista, pero también de sus hacedores y, en especial, de Andrés Cascioli, editor responsable y creador de muchos de los clásicos del periodismo gráfico más reciente. Sería un error contar la revista Humor sin descifrar el ADN y en este caso era meterse en la trayectoria de Cascioli y de Perdón, Chaupinela y Satiricón. Y sería un error no ir más allá del angelamiento había respecto de Humor y Cascioli.
Cascioli murió en 2009, con lo cual ya no tenía la posibilidad de entrevistarlo. Tal vez fue una suerte porque cuando comencé las indagaciones me encontré con muchas broncas. Supe de su carácter fuerte y ahora imagino que de estar vivo hubiese influido de manera clara en mi trabajo, a favor o en contra. Que ya no esté y aquellas asignaturas pendientes hacen que mucha gente no quiera hablar de él o se sienta limitada para hacerlo con el grabador encendido.
También comenzaron a surgir otros personajes desconocidos para mí. Y aquella lista de potenciales entrevistados comenzó a sufrir agregados, tachaduras y el eje del libro a variar.
Hoy creo que entrevisté gente de más y que algunos podría haberlos soslayado, ¿pero cómo saberlo hasta que no terminó la entrevista?
Una cuestión extra con la que me topé es que los dibujantes, verdaderos artistas, no son muy dados a hablar de otros colegas como Cascioli e incluso de su propio trabajo (es lo más parecido a pedirle a un artista que interprete su obra) y más si se trata de lo que hicieron hace más de 20 años. Muchos no quisieron hablar, otros lo hicieron por escrito o fueron muy parcos. Los periodistas, en cambio, fueron locuaces, pero cuando el grabador se apagaba.
Soy de la época en la que se enseñaba que el off the record era sólo una orientación para el periodista, no algo para publicar. El que quiera publicar un libro escandaloso de Humor, con chismes y puteríos, encontrará abundante material, pero no cuente más que con mi advertencia de que se ligará un juicio. En el libro hay algunas insinuaciones y un lector atento interpretará el resto.
Finalmente, ¿cuándo se da por terminada la investigación? ¿Cuánto dedicar a la investigación y cuánto a la escritura? Cada uno sabrá. La ventaja de tener un contrato firmado y una fecha de cierre/entrega, es que te plantea una meta, pero eso no implica que tengas los tiempos definidos. La investigación podría haber seguido porque quedan virutas siempre, pero había que ponerse a escribir y eso también requiere repasar y repasar el texto para que quede bien claro lo que investigaste, ordenar los datos, priorizarlos, jerarquizarlos, para consolidar el resultado final, que nunca será el que imaginabas y siempre tendrá imperfecciones y mejoras.
Tal vez todo esta parrafada no venda bien el libro, pero ahí están las críticas que sirven mejor a ese efecto. Por otro lado, con seis meses en la calle, recibí el aporte de algunas erratas que serán corregidas si hay una segunda edición, pero ninguna desmentida.
domingo, 9 de febrero de 2014
Ni a palos
El colega Mariano Vespa me entrevistó para el suplemento Ni a palos que se edita con la edición dominical de Miradas al Sur y Tiempo Argentino. Aquí el resultado publicado este domingo.
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