viernes, 24 de abril de 2015
Alfredo
Podría caer en lugares comunes y escribir: "La muerte duele más cuando se va una buena persona". O los artistas nunca se van porque siempre reviven cuando te encontras con su obra. También podría caer en otro clásico remanido del periodismo vernáculo y ejercer el autoreferencialismo. Revelar cómo lo contacté para el libro, de la desconfianza inical y de la generosidad posterior y de su pedido de acortar formalismos: "No me trates de Usted. Entre periodistas y dibujantes hay una convención: somos todos iguales, aunque algunos, por desgracia, hayan nacido antes". Nos comunicamos por correo electrónico siempre y el último intercambio fue el 11 de diciembre de 2013 cuando me escribió para contarme que Papá Noel le había regalado mi libro.
Quienes eran amigos y compartieron trabajos con él lo recuerdan con mayor justicia y sin lugares comunes en Internet, como este hermoso texto de Marcelo Lacanna.
Ayer cuando me enteré que había fallecido no tuve reflejos ni lucidez para ensayar una despedida. Me emocionó ver que al margen de colegas había muchos lectores de Satiricón, Humor, Humi, Superhumor y SexHumor que recordaban con afecto los trabajos que desplegó en esa y otras publicaciones. Me ilusioné con que el periodismo gráfico le diera unas honras a la altura de lo que merece pero hoy que veo que no fue así. Y se me aparece una frase que otro maestro como Menchi Sábat me dijo en la investigación del libro al referirse a Andrés Cascioli: "La sociedad es muy injusta. Debería ser más solidaria con los esfuerzos, con la tenacidad y con la trayectoria de Cascioli". Supongo que estas palabras bien podrían aplicarse hoy a Alfredo Grondona White.
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