No he ido a muchas presentaciones de libros en mi vida. Pero todas, incluso o en especial a las que no fui, me aburren de manera supina.
De todas formas había que hacer una presentación formal y busqué que sea en la Biblioteca Nacional. No sólo por toda la simbología del edificio, sino porque en él, con mayor precisión, en el subsuelo donde funciona la hemeroteca de diarios y revistas, nació este libro sobre Humor, un mañana cálida de julio de 2011 cuando buscaba material de archivo para una nota. Sí, todavía hay archivos de papel y gente que hurga en ellos. Yo soy uno de ellos y me encanta pasarme horas mirando viejas publicaciones en silencio junto a otros con los que parecemos monjes de clausura.
Así como no fui a muchas presentaciones de libros en mi vida, para mi era una incógnita qué hacer en el mío. ¿Contar chistes? ¿Elogiar el libro cual vendedor ambulante? ¿Hablar de las elecciones?
En principio quería rodearme de los verdaderos hacedores de esta revista maravillosa, para que sean ellos los que hablen de Humor y quizás de mi trabajo.
Pero bueno: invité a todos los que entrevisté para el libro y no sé si por el horario o qué cosa hubo muchas ausencias. .
Estaba Hugo Paredero, claro, que escribió el prólogo y se sentó conmigo a presentarlo junto con el gran Santiago Varela y Daniel Enzetti, que se vino con toda la familia. También dieron presente Carlos Ulanovsky -en su cumpleaños y descompuesto-; Marcial Souto, sí, el del Péndulo; Jorge Barale; el síndico de la quiebra de Ediciones de la Urraca, Emilio Bianco; Judith Gociol y José María Gutiérrez, miembros de la casa y los amigos y colegas como Pablo Llonto, Sebastián Hacher, Sebastián Grandi, Juan Pablo Urfeig, Carlos Cristófalo, Rodolfo González Arzac e Ivana Romero, además por supuesto de la familia y amigos más íntimos..
Pero como había ocurrido en homenajes a la revista -el más reciente en junio auspiciado por el gobierno porteño y el semanario Noticias- hubo muchas ausencias del staff de Humor y creo que sería justo y necesario arriesgar por qué. A lo largo de mi investigación encontré que así como la historia de la revista Humor está llena de gloria, heroísmo, alegría, talento, aventura, también tiene en partes iguales desencuentros, broncas, resentimiento, dolor. Como la vida misma. Algunos habrán pensado que mi trabajo era a pedido de la familia de Andrés Cascioli y otros que no es el libro que la familia del Tano querría ver publicado. Bueno, siempre habrá alguien disconforme.
Dije algo así como que este libro tiene el que quizás sea el único mérito: contar la primera historia completa de la revista Humor, de Ediciones de la Urraca y Cascioli, Tomás Sanz y algunos otros más. Y yo como periodista no podía ni quería falsear los hechos, aunque sí, claro, omití algunos porque ciertos protagonistas no están con nosotros o no hacían a la historia o hubiesen creado una historia escandalosa e innecesaria que nadie se merecía.
Cuando digo completa hablo de que va desde la llegada de los padres de Cascioli a la Argentina hasta su muerte. Da cuenta del proceso creativo de muchas de las publicaciones que se editaron bajo el sello. Y también se asoma al origen, al principio de la crisis y a la quiebra de la empresa que sacó decenas y decenas de títulos.
Otro mérito del libro es que viene aportar material a la poca bibliografía que hay sobre la historia de nuestros medios. Y esa carencia no creo que sea casualidad. Me parece incluso que habla mucho de nuestros medios o al menos del poco ejercicio autocrítico, pasado y presente, sobre este oficio que algunos consideran profesión y otros trabajo que hicimos y hacemos como ganapan.
Esta historia es incompleta porque no tiene una mirada sociológica, una mirada semiótica, un análisis del humor, los dibujos. No soy académico. Ni lo quiero ser.
Y también es incompleta porque tiene apenas unos 90 testimonios de las decenas de personas que trabajaron con y para Cascioli en las revistas de historietas, Satiricón, Chaupinela, Humor, El Periodista, Fierro, Humi, Hurra, etc y faltan la voz de algunos protagonistas o actores de reparto que no quisieron hablar o murieron. Creo que esos silencios también hacen a la historia de Humor.
Luego hablaron Paredero, Varela y Enzetti y entre todos creamos una atmósfera cercana a la nostalgia por una publicación que nos marcó a muchos y ya no volverá. ¡Como la vida misma!
No hay comentarios:
Publicar un comentario