lunes, 29 de abril de 2019
María Elena Walsh y la revista Humor
viernes, 29 de marzo de 2019
Hablemos de Cilencio
Cilento no sólo publicó en Humor porque antes, durante y después también lo hizo en revistas de todo el mundo como Gente, Rico Tipo, El Gráfico, Avivato, Tía Vicenta, Satiricón, Goles, Radiolandia 2000, las ediciones argentina de Playboy, de USA y España; Anteojito y Antifaz, Billiken, El Batracio Amarillo y La Codorniz y en los diarios El Mundo, La Prensa, Diario Popular y Crónica.
El mismo se definía así: "Soy antes que nada humorista, por vocación filosófica, y porque no se hacer otra maldita cosa, que dibujar y escribir, sobre todo humor, parte de hacerlo por radio".
Y aunque en vida recibió la medalla de oro en el Salón de Dibujantes de la Argentina en 1966 y el primer premio en Trento, en 1990, el mejor reconocimiento que podría recibir es que sus viñetas sean compartidas y exaltadas hoy por su tremenda vigencia. Otras de aquí abajo también son de una actualidad impactante. Síntoma de un país calesita, antes de un súper poder de Cilencio de predecir el futuro.
Murió en 2012, mientras trabajaba en Diario Popular).
La última viñeta es la que se viralizó, gracias a un rescate de la investigadora Mara Burkart. El resto son retiraciones de tapa de 1979, 1980 y 1981 y un autoretrato.
jueves, 2 de agosto de 2018
Hasta siempre Maicas
Lo entrevisté una tarde para el libro -interrumpí un trabajo que hacía junto a Demian Aiello- en su departamento de Caballito y allí recreó una de las anécdotas que siempre gustaba contar y que lo retrata un poco.
Resulta que al salir SexHum® tuvo una presentación en el Centro Cultural General San Martín. Allí estaba Pablo Colazo, Aquiles Fabregat (que le imprimió el cuidado por el buen uso del lenguaje) y algunos dibujantes como Sanzol, Fortín, Meiji, Rep y Maicas.
Maicas dibujaba la tira "Yironside" sobre una prostituta que trabaja en silla de ruedas. A la hora de las preguntas del público, un lector se paró y lo increpó:
-¿Usted hace "Yironside"?
-Sí.
-Yo pensaba que esa tira la hacía o un discapacitado o un hijo de puta...
-Maicas es las dos cosas, reaccionó Rep, para provocar una carcajada generalizada, incluido Maicas, con una discapacidad en una pierna que lo obligaba a llevar bastón.
miércoles, 20 de junio de 2018
Caputo, el de la Capureta
Correos electrónicos, llamadas telefónicas directas o por la vía de allegados, hice decenas de contactos, algunos en vano y otros productivos. Por ejemplo, Enrique Nosiglia nunca me dio una respuesta fiel a su personaje de monje negro de la política argentina. José Luis Manzano tampoco, fiel a su costumbre de no hacer aquello que no le reditúa. El entonces presidiario Albano Harguindeguy se escudó en el abogado defensor o viceversa. Carlos Corach fue escueto y amable.
Pero hubo dos personas –ambos radicales y funcionarios de Raúl Alfonsín- que sí accedieron a hablar de la relación con Humor. Rodolfo Terragno, amigo y abogado de Andrés Cascioli, colaborador de la revista y objetos de sátiras me recibió en su casa y charlamos largo rato sobre todo. Terragno fue el que me consiguió dar con otra figurita que hasta entonces se me hacía difícil: Dante Caputo. Le avisó de mi interés y me consiguió un correo electrónico. El ex canciller estaba en Washington como asesor especial del secretario general de la OEA.
Las facciones de la cara y algunas acciones que había desplegado como ministro de Raúl Alfonsín lo habían puesto en la mira de los humoristas. No sólo Humor se le animaba sino también imitadores como Mario Sapag que un día logró burlar la custodia presidencial e ingresó a la residencia de Chapadmalal disfrazado de él para reunirse con el jefe de Estado.
Para el carnaval del 84, la revista Humor regaló la "Capureta" que no era otra cosa que la cara del canciller junto con otra del entonces ministro de Economía Juan Vital Sourrouille, otro pan comido para los dibujantes.
Entre marzo y abril de 2012, le escribí a Caputo no uno sino cinco emails y luego del quinto logré que contestara unas preguntas que aquí reproduzco como recuerdo ante de su muerte en este 20 de junio.
- ¿Leía la revista en la época de la dictadura? ¿Qué opinaba de ella?
- La esperábamos. Ya entonces conocía a Andrés a través de un gran amigo Jorge Alberto Sábato, quien escribía en Humor.
- ¿Recuerda cuándo apareció la primera caricatura suya y/o en qué situación era?
- No con precisión, pero debió 83 o comienzos del 84. A poco tiempo de asumir.
- ¿Qué le produjeron las caricaturas suyas que aparecieron desde entonces?
- Fue un lanzamiento a la pileta, me empezaron a reconocer por todos lados. No me molestaba en absoluto. Recuerdo que dije que quien no puede soportar una caricatura, debe estar hecho de espuma. Onganía cerró Tía Vicenta porque lo dibujaron como una foca!
- ¿Y cuándo hicieron la careta?
- Lo mismo,. En casa mis chicos usaban la capureta.
- ¿Qué era lo que le molestaba de los dibujos? ¿Había algo que le gustara?
- No especialmente, aunque me gustaban más los dibujos de Sábat, en Clarín.
- ¿Pensó en iniciar alguna acción judicial o hacer algún llamado telefónico?
- Esa es una pregunta que está en el límite de la ofensa. Si usted piensa que está entrevistando a alguien que por estas cuestiones puede recurrir a la justicia, me parece que vivimos en universos distintos. Voy a responder lo que falta sólo por respeto a Andrés.
- Una vez Andrés me dijo que alguien de cancillería, prensa, le había dicho de alguna molestia mía. Iniciativa propia de quien lo hizo! Ni por asomo, además iniciar una acción por cuál delito?
En todas las democracias hay revistas del tipo de Humor. En Francia Charlie Hebdo creo que es tres veces más osada de lo que era Humor. Alguien que intentara algo de ese tipo sería un ridículo.
- ¿La revista era tema de conversación en las reuniones de gabinete o gobierno?
- No que yo sepa. Me parece que había algunos temas un poco más apremiantes.
- ¿Guarda algún número donde esté usted?
- No y lo siento mucho. No me quedó ninguna capureta!
- ¿Pudo hablar con Andrés Cascioli o alguien de la revista de los dibujos?
- Creo que alguna vez lo hicimos, pero al pasar. Tengo de Andrés un gran recuerdo. Cuando salí del gobierno y llegó Menem y su revolución amoral, me dio espacio para escribir.
miércoles, 6 de junio de 2018
Cuarenta años no es nada
jueves, 11 de enero de 2018
Aquel enero del 83
lunes, 13 de noviembre de 2017
La profecía de Firpo
lunes, 24 de julio de 2017
Lucía Galán y el batallón 601
lunes, 25 de julio de 2016
Perdón el oportunismo
miércoles, 28 de octubre de 2015
Vuelve SexHumor
viernes, 24 de abril de 2015
Alfredo
sábado, 29 de noviembre de 2014
Fue sin querer queriendo
jueves, 12 de junio de 2014
Humor y los Mundiales
martes, 8 de abril de 2014
Anatomía de una investigación
Responder ese interrogante, aunque tenga que develar errores y dificultades, podría saciar la curiosidad del amigo y tal vez guiar a futuras investigaciones de éste u otros temas.
Empiezo por mis errores. El más básico es sin duda el haber llevado la idea a las editoriales sin tener muy claro qué quería hacer. "Contar la historia de la revista Humor y porqué una revista que había soportado la dictadura se vino abajo en democracia", explicaba. "¿Por qué no una biografía de Andrés Cascioli?", me contrapropuso un editor. Haré las dos cosas, me envalentoné. En ese road show muchos me preguntaron si tenía algo escrito. Pero sólo había una vaga idea, una fantasía. Líneas, ni una.
Ahí cometí el segundo error: haber firmado un contrato con la editorial. Porque una vez que haces eso empieza a correr el plazo de entrega como la cuenta regresiva de una bomba. Por suerte, la editorial que se entusiasmó con la idea tuvo flexibilidad, pero no todas obran de la misma manera e incluso -según comentan amigos y conocidos- las más grandes son como firmarle un 08 al Diablo.
Un primer consejo entonces sería: de tener una idea, hay que desarrollarla, masticalarla, definirla e incluso comenzar a escribir, antes de ofertarla. Una vez que se encendió la mecha, sonaste.
El tercer error -también básico por cierto- es no haber planificado el trabajo. ¿Por dónde arrancar? ¿Revisar la colección antes o después de las entrevistas? ¿A quién consultar? Podía mirar otros ejemplos, pero no hay una tradición local o universal en historiar o revisar el trabajo periodístico, de manera que no hay bibliografía sobre publicaciones periódicas para "robar" ideas o estructuras. Claro, porque entonces creía que con una estructura todo sería más fácil. Error. Una investigación, tendría que saberlo ya, no es una meta, es una forma de buscar algo que no siempre se sabe qué es. Una estructura puede dar pautas, pero nunca acotar el trabajo.
La bibliografía sobre Humor se limita a la compilación de su director Andrés Cascioli (Musimundo 2005) sobre lo mejor de lo publicado durante la dictadura, en el que a modo de introducción hay un esbozo de historia que se detiene en el último año de gobierno militar; y se completa con dos libros que analizan el mismo período pero con una impronta de tesina sociológica, campo en el que hay otros trabajos no menos interesantes, pero todos académicos (no lo digo con desprecio, sino que carecen de carne humana o detalles periodísticos). Ninguno abordaba la génesis ni el camino que transitó a partir del regreso democrático.
Fuera de esta publicación, no hay muchos libros que recreen el funcionamiento de medios, salvo algunas buenas excepciones. El libro de Gabriela Esquivada sobre el diario de Montoneros sería uno, pero pone más énfasis en la cuestión política del medio, el país, el peronismo, etcétera, que el día a día, la rutina periodística. Otro ejemplo podría ser el de Gustavo González de la revista Noticias, pero es un compilado de historias alrededor de tapas y notas, más que una reconstrucción del surgimiento y el derrotero de la redacción. También están los de Jacobo Timerman, o de La Opinión, Crítica y Primera Plana, que tampoco se centran demasiado sobre el funcionamiento.
Mi objetivo era recrear la historia, el antes, durante, después, quiénes, cómo, por qué, dónde, etcétera. Estaba claro que debía consultar la colección completa de la revista y entrevistar a los protagonistas principales de la historia de la misma. Pero ¿en qué orden? ¿A quiénes? La revista Humor se editó durante 21 años -566 números en total- y trabajaron varias decenas de personas. Pero muchas de ellas murieron, otras colaboraron de manera frecuente y otras en alguna que otra época. ¿Cómo priorizarlas? ¿Cómo ordenarlas?
Sobre las revistas, aunque resulta increíble, no tengo ni un sólo ejemplar de Humor, de manera que dependía de las hemerotecas, donde hay horarios y normas que acotan mucho el trabajo. Por ejemplo, las de la Biblioteca Nacional y del Congreso cierran todo enero. Sí, todo enero. Y el resto del año tienen un horario de atención al público, al que debía ir en mis ratos libres de un trabajo full time y una familia. Ambas instituciones tienen empleados muy amables, pero la burocracia es tremenda. Por ejemplo en la Biblioteca Nacional te dan de a un tomo por vez; en la del Congreso, de a tres; pero ni en una ni en otra el cuidado de las colecciones es inmaculado -por culpa de los usuarios casi exclusivamente-, faltan ejemplares, están rotos, etcétera. En ninguna de las dependencias están las colecciones completas. Por suerte tuve la fortuna de que el amigo Christian Rémoli tenía muchos ejemplares y otros los aportó el amigo Guillermo Salmerón y hasta un lector histórico Carlos Zeppa que entrevisté para el libro.
Ahora sé que debería haber revisado toda la colección antes de empezar las entrevistas e incluso podría haber escrito el libro sin entrevistar a nadie porque la revista solía dar cuenta del funcionamiento interno y tenía un contrato de lectura con los lectores, con un ida y vuelta y una transparencia poco frecuente. El haberlo hecho me hubiese permitido tener una idea más clara de a quien entrevistar y qué historias subrayar, qué y a quién preguntar, etcétera. La mayoría de la gente no recuerda algunas cosas hasta que no se las mencionas o se la arrancás de la memoria con un dato o una imagen.
En mi defensa digo que hacer una investigación es lo más parecido a desenredar muchas madejas, no un ovillo ni una mamuska. Madejas que tienen mugre, nudos y un largo desconocido. Una vez que comenzas a indagar es como internarse en un laberinto de pistas, guiones, preguntas y dificultades que te tiran la planificación a la misma mierda. Un dato te lleva a otro o te hace perder tiempo porque a la larga es mínimo.
El paso del tiempo y la quiebra de la editorial dificultó encontrar muchos documentos y papeles que hubiesen dado un marco formal a ciertos dichos, pero si en las hemerotecas faltan revistas y diarios, imaginen lo que ocurre con el papelerío.
Un párrafo aparte merecen las desgrabaciones. ¿Cuándo desgrabar? ¿Cuándo terminaste todas, apenas la hiciste? Lo más rápido posible porque muchas veces quedan detalles y anotaciones mentales que es bueno dejar asentado y además el resultado de una puede disparar otras entrevistas.
Mi idea inicial era escribir la historia de la revista, pero también de sus hacedores y, en especial, de Andrés Cascioli, editor responsable y creador de muchos de los clásicos del periodismo gráfico más reciente. Sería un error contar la revista Humor sin descifrar el ADN y en este caso era meterse en la trayectoria de Cascioli y de Perdón, Chaupinela y Satiricón. Y sería un error no ir más allá del angelamiento había respecto de Humor y Cascioli.
Cascioli murió en 2009, con lo cual ya no tenía la posibilidad de entrevistarlo. Tal vez fue una suerte porque cuando comencé las indagaciones me encontré con muchas broncas. Supe de su carácter fuerte y ahora imagino que de estar vivo hubiese influido de manera clara en mi trabajo, a favor o en contra. Que ya no esté y aquellas asignaturas pendientes hacen que mucha gente no quiera hablar de él o se sienta limitada para hacerlo con el grabador encendido.
También comenzaron a surgir otros personajes desconocidos para mí. Y aquella lista de potenciales entrevistados comenzó a sufrir agregados, tachaduras y el eje del libro a variar.
Hoy creo que entrevisté gente de más y que algunos podría haberlos soslayado, ¿pero cómo saberlo hasta que no terminó la entrevista?
Una cuestión extra con la que me topé es que los dibujantes, verdaderos artistas, no son muy dados a hablar de otros colegas como Cascioli e incluso de su propio trabajo (es lo más parecido a pedirle a un artista que interprete su obra) y más si se trata de lo que hicieron hace más de 20 años. Muchos no quisieron hablar, otros lo hicieron por escrito o fueron muy parcos. Los periodistas, en cambio, fueron locuaces, pero cuando el grabador se apagaba.
Soy de la época en la que se enseñaba que el off the record era sólo una orientación para el periodista, no algo para publicar. El que quiera publicar un libro escandaloso de Humor, con chismes y puteríos, encontrará abundante material, pero no cuente más que con mi advertencia de que se ligará un juicio. En el libro hay algunas insinuaciones y un lector atento interpretará el resto.
Finalmente, ¿cuándo se da por terminada la investigación? ¿Cuánto dedicar a la investigación y cuánto a la escritura? Cada uno sabrá. La ventaja de tener un contrato firmado y una fecha de cierre/entrega, es que te plantea una meta, pero eso no implica que tengas los tiempos definidos. La investigación podría haber seguido porque quedan virutas siempre, pero había que ponerse a escribir y eso también requiere repasar y repasar el texto para que quede bien claro lo que investigaste, ordenar los datos, priorizarlos, jerarquizarlos, para consolidar el resultado final, que nunca será el que imaginabas y siempre tendrá imperfecciones y mejoras.
Tal vez todo esta parrafada no venda bien el libro, pero ahí están las críticas que sirven mejor a ese efecto. Por otro lado, con seis meses en la calle, recibí el aporte de algunas erratas que serán corregidas si hay una segunda edición, pero ninguna desmentida.
domingo, 9 de febrero de 2014
Ni a palos
martes, 28 de enero de 2014
A propósito del regreso de Joan Báez a la Argentina
Para esa fecha, la periodista ya había consolidado la sección de entrevistas dándoles espacio a personajes de la cultura y la política prohibidos por los militares en el poder. Los nombres los barajaba con Andrés Cascioli y Tomás Sanz y se trataba de gente silenciada en la Argentina o el mundo, como Báez o Joan Manuel Serrat.
La revista ya era masiva, con una venta promedio de 130 mil ejemplares, que le permitía sumarse o realizar acciones de resistencia cultural como apoyar Teatro Abierto u organizar un festival musical para contrarrestar la visita de Frank Sinatra.
El día de la entrevista un llamado interrumpió el desayuno de Mona. Era Adolfo Pérez Esquivel, titular de SERPAJ, un organismo clave en la lucha por los derechos humanos en aquella época y uno de los responsables de que Báez estuviera en Buenos Aires.
–Buen día, Mona, soy Adolfo....
–Hola, Adolfo, buen día, ¿qué contás?.
–Mirá, viene complicado el tema con Joan....
–¿Qué pasó?.
–Nos han avisado que colocaron una bomba en Paz y Justicia. Está todo cercado. Hay carros de asalto sobre México y....
–Ajá, ¿y Joan está ahí?.
–Sí..
–Bueno, voy para allá....
–Está peligroso, Mona....
–Lo vamos a hacer igual...
Cuando llegó al SERPAJ el panorama no había mejorado. La zona estaba vallada, había carros de asaltos, camión de explosivos, periodistas y fotógrafos. Armada con su grabador enorme y el fotógrafo Luis Sasso, Mona rescató a Báez del edificio y ante la mira de todos encararon un bar donde pudieron hacer la nota.
La entrevista se editó enseguida –número 60- con un copete que de arranque advertía de lo "underground" de la visita y que ningún productor había querido armar un show de la cantante que unos años antes había llenado dos Luna Park, donde casualmente cantaría Sinatra.
jueves, 23 de enero de 2014
Tarea ciclópea
domingo, 12 de enero de 2014
El libro por los aires
viernes, 27 de diciembre de 2013
miércoles, 11 de diciembre de 2013
Humor y la democracia
Si observé temprano que el diario Buenos Aires Herald tenía una hermosa tapa referida al aniversario y que escribía Robert Cox, aquel director valiente y digno del matutino escrito inglés que en los años de la dictadura se jugó para denunciar desapariciones y publicar habeas corpus.
El Herald y Humor fueron de los pocos medios que alzaron la voz contra la represión política y cultural. Podríamos agregar El Porteño, Medios & Comunicación, Nueva Sión y no muchos más. No fue poco lo que hicieron contra la dictadura y para exigir el retorno de la democracia.
Sólo el Herald aún cuelga de los kioscos.
A partir de la salida del libro, muchos me preguntan si Humor podría estar en la calle. Algunos la añoran, tal vez porque gustan del pasado o porque en el esplendor de la revista las cosas estaban más claras que ahora.
La revista no duró sólo los cinco años que resistió la dictadura (78-83). Siguió 16 años más. Hasta una semana antes de que la Alianza ganara las elecciones de octubre de 1999.
Pero en democracia las ventas se vinieron a pique y y ya al final tenía una circulación más baja que en 1978. Y con eso todas las finanzas ya dañadas se resintieron. Y con esa economía delicada había que afrontar honorarios y costas de los juicios por calumnias e injurias (de por ejemplo Eduardo Menem, María Julia Alsogaray, Florencia Peña, Bernardo Neustadt, José Luis Chilavert, Marcelo Tinelli).
Humor no podría estar hoy en la calle porque con Andrés Cascioli murió en 2009 uno de los pocos editores que era capaz de reunir a gran parte de los talentosos dibujantes e ilustradores que tiene la Argentina. Pero él sabía que ya no había espacio para una revista de humor. Lo había intentado en 2002 con El Cacerolazo, un proyecto de Editorial Perfil donde no pudo tener todo el staff que él quería y tuvo que conformarse con periodistas castigados por Jorge Fontevecchia.
Imaginemos a Humor en la calle: ¿sería oficialista u opositora? La respuesta es más abierta todavía si se observa que a la revista Barcelona -que dicho sea de paso tiene una circulación bajísima- la pueden tachar de ambas cosas por una misma tapa. Además recordemos que la tacharon de oficialista bajo el gobierno de Alfonsín.
¿Qué haría Humor para competir con las redes sociales o la tinellización del humor que abarca a todos los medios de comunicación? ¿Cómo conquistaría lectores en los kioscos de revistas abarrotados de publicaciones para mujeres, sobre mujeres, de mujeres o con mujeres? ¿Cómo haría, en definitiva, para hacer productos de calidad como gustaba Cascioli, en un mercado deprimido y pauperizado por editores que prefieren bajar fotos de Internet a comprarlas o contratar reporteros y montar redacciones virtuales?
Pero volvamos a la democracia. Una de las cuestiones que no me canso de repetir es que nunca se terminará de dimensionar lo que hicieron Humor, el Herald y El Porteño en la dictadura.
Una de las primeras devoluciones que tuve del libro fue de un colega y amigo que se sorprendía de las cosas que los tipos escribían en aquellos años. Cosa como este editorial que adjunto -del número 94, noviembre de 1982- y que son apenas un botón de muestra de esta publicación que dio testimonio cuando la libertad de prensa y expresión sí estaban jaqueadas.