Diciembre de 1979, la revista Humor ya llevaba 18 meses en los kioscos, había dejado de ser mensual un año antes y tenía una frecuencia quincenal. Era un producto instalado. Consolidado. En las páginas ya se respiraba el aire de libertad que no existía en otros medios de comunicación, censurados y autocensurados. En la tapa de la primera quincena, el 24, aparecía por primera vez una caricatura del dictador Jorge Rafael Videla -y de una figura castrense-. Estaba en traje de baño sumergido en el mar y atacado por las pirañas de la importación. Hasta entonces el blanco predilecto de las críticas al gobierno había sido el ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz.
El número siguiente, último del año, y a modo de parodia a la producción clásica del semanario Gente de los personajes del año, el staff al mando de Cascioli decidió autohomenajearse y posó para la foto. Lo hicieron como una familia. En parte ya lo eran. La imagen, que se realizó en el estudio del fotógrafo Eduardo Grossman, tuvo algunas ausencias. La más llamativa es la de Tomás Sanz, quien deliberadamente llegó tarde para no aparecer. Pero también colaboradores habituales y prolíficos como Tabaré Gómez Laborde, Jaime Poniachik, y los que vivían fuera de Buenos Aires como Roberto Fontanarrosa, Crist, Peiró o Pablo Colazo.
Parados de izquierda a derecha están: Raúl Catón Bonato (que venía de protagonizar la "polémica del Holocausto"); Carlos Pérez Larrea; Tacho, Marcelo Lawry Lawryczenko, Hugo Paredero, Nora Grinberg (Bonis), Jorge Limura, Alfredo Grondona White, Alejandro Dolina, Blanco, Sergio Pérez Fernández, Ariel Turiansky, Rafael, Laura Porcel de Peralta, Miguel Rep Repiso y Jorge Meiji Meijidi con su hija mayor.
Sentados en el centro Mona Moncalvillo, Cascioli, Gloria Guerrero, Aquiles Fabregat y Myriam Varela.
En el piso, Luis Fati Scafati, Sergio Izquierdo Brown, Néstor Ibañez, Rupérez, Fabián Di Matteo y Eduardo Mileo.
Por gentileza de Eduardo Grossman la imagen fue incluida en el libro y también en la contratapa.
Para mi no es Cilencio, La nariz de Cilencio era aguileña.
ResponderEliminarRecién reedité el post. No es Cilencio, es Catón!
ResponderEliminarFalta Enrique Vázquez?
ResponderEliminar