lunes, 25 de julio de 2016
Perdón el oportunismo
Voy a llevar agua para mi molino. La pseudo e increíble polémica que en pleno siglo XXI tiene en el ojo de la tormenta a Marcelo Hugo Tinelli por la gran imitación del presidente Mauricio Macri que hace Freddy Villarreal en Gran Cuñado me recuerda que el animador televisivo tuvo hace 22 años otra increíble (pero no pseudo) polémica atravesada por la ironía, la sátira o como quieran llamarlo. Ahora, ante el repudiable ataque que sufre en las redes sociales por lo de Macri -con la más repudiable sospecha de que esté el Pro detrás de las pirañas virtuales-, Tinelli escribió: "Cuando las noticias lastiman, el humor sana. Nosotros hacemos humor para que las noticias lastimen menos. Les digo a los intolerantes que aunque nosotros no hagamos humor, las noticias van a seguir ahí. Tienen que cambiar las noticias, no el humor".
En 1994 Tinelli tal vez no pensaba lo mismo sobre los límites del humor cuando el creador y fundador de la revista Humor, Andrés Cascioli, lo caricaturizó en esta tapa.
Era por el incipiente auge de las cámaras ocultas a indefensos, incluso jubilados, y de las risotadas burdas que a partir de eso se generaban. Tinelli se sintió ofendido y mandó carta documento a la editorial con amenaza de juicio. Ganó una retractación de Cascioli que se publicó en el número 478 en un recuadro titulado "Me pasé de revoluciones" que decía: "En el número 424 de Humor dibujé en la portada a Marcelo Tinelli castigando en broma a una viejita (Norma Plá) como habitualmente, en broma, hacía en su programa. Pero... se me fue la mano -o el pincel- y lo vestí con pilchas y emblemas nazis. Me equivoqué porque comprobé que Tinelli está lejos de esa ideología y además empilcha con marcas de primer nivel como corresponde a los top de nuestra farándula".
No fue Tinelli, por cierto, el único que se sintió ofendido por las caricaturas de Cascioli y compañía y en esa troupe de intolerantes al humor entran desde Albano Harguindeguy, José Alfredo Martínez de Hoz, Florencia Peña y el paladín de cierto periodismo Bernardo Neustadt. Peña y Neustadt también querellaron a la publicación en plena democracia, que dicho sea de paso fue peor época judicial que la mismísima dictadura militar.
sábado, 16 de julio de 2016
Adiós maestro
Carlos Nine detestaba la revista Humor. Lo supe después de escribirle un mensaje para contactarlo a través de la web.
Debí haberlo notado porque en la biografía de la página no figura esa publicación de Ediciones de la Urraca, ni El Péndulo, ni Humi, ni SexHumor, ni El Periodista, pero sí la Fierro. En todas y en más había puesto talento.
Tener el testimonio de Nine era muy relevante porque además de ilustrar las crónicas del Angel gris que firmaba Alejandro Dolina había sido, a partir de junio de 1984, el encargado de ilustrar la tapa de Humor durante los primeros años del alfonsinismo, una tarea hasta entonces reservada casi con exclusividad a Andrés Cascioli -fundador de la revista y de la editorial- y Sergio Izquierdo Brown. Cascioli ya había muerto e Izquierdo Brown declinó darme el testimonio ya ni recuerdo por qué, pero tal vez porque no me conocía e ignoraba mis intenciones.
La respuesta de Nine a mi mensaje fue unas horas más tarde: "Hola Diego, ando muy escaso de tiempo y mi opinión sobre la publicación no coincide con la historia oficial que se fue edificando sobre este tema. O sea que te agradezco pero declino el ofrecimiento. suerte en la tarea".
Era noviembre de 2011 y yo empezaba a investigar la historia de la Humor. En aquellas primeras indagaciones a tientas me topé rápido con las primeras sorpresas de encontrar voces que horadaban el mito alrededor de la revista. La mayoría de los que consultaba quería hablar de Humor pero no de Cascioli.
Entonces le contesté que por el tiempo no había apuro, pero me interesaba el disenso porque tener el aporte de múltiples miradas y opiniones enriquecería mi investigación. "Así que se si cambia de opinión, tiene hueco en las próximas semanas y puede recibirme, lo apreciaré muchísimo. Saludos". Me contestó enseguida que lo dejáramos para comienzos del año siguiente.
En enero, cuando retomé el contacto siempre vía correo electrónico, volvió a disculparse por la demora en responder, y me soltó: "el problema es la falta de tiempo; por eso creo que se puede resolver telefónicamente; porque uno va a la grano y habla directamente de la cuestión. En todo caso lo hacés en dos conversaciones, las grabas y listo el pollo. Estoy preparando materiales para una expo en Francia y terminando dos libros. Como comprenderás esto es para mi más importante en cuanto a la inversión de mi tiempo, que recordar a la detestable revista "Humor" donde la pasé tan mal".
Le insistí en una entrevista presencial pero no hubo caso. Era por teléfono o no era. Claro, mi impertinencia no me permitía darme cuenta que para Nine Humor era apenas una revista más en la que había participado y que él para entonces (2011) era un artista de una trayectoria que acá no era muy conocida, pero más allá de Ezeiza -en especial en Francia e Italia- alcanzaba relieves trascendentales. De nuevo, hay que repasar la biografía de la web para ver la cantidad de grandes medios donde publicó, las exposiciones en Europa, libros publicados, galerías, que acá tuvieron nula o escasa repercusión.
Ahora, conmocionado por su muerte, encuentro que había ilustrado en enero una nota en la revista Anfibia y que allí, en esta pequeña bio, rechazaba ser considerado artista y se declaraba un trabajador. La Biblioteca Nacional acaba de lanzar un concurso de historieta en su homenaje.
En YouTube hay varias notas que le hicieron, varios programas que le dedicaron. Espero que la prensa gráfica lo honre como se merece, como artista, como trabajador, como lo merezca. Como lo merece.
Tener el testimonio de Nine era muy relevante porque además de ilustrar las crónicas del Angel gris que firmaba Alejandro Dolina había sido, a partir de junio de 1984, el encargado de ilustrar la tapa de Humor durante los primeros años del alfonsinismo, una tarea hasta entonces reservada casi con exclusividad a Andrés Cascioli -fundador de la revista y de la editorial- y Sergio Izquierdo Brown. Cascioli ya había muerto e Izquierdo Brown declinó darme el testimonio ya ni recuerdo por qué, pero tal vez porque no me conocía e ignoraba mis intenciones.
La respuesta de Nine a mi mensaje fue unas horas más tarde: "Hola Diego, ando muy escaso de tiempo y mi opinión sobre la publicación no coincide con la historia oficial que se fue edificando sobre este tema. O sea que te agradezco pero declino el ofrecimiento. suerte en la tarea".
Era noviembre de 2011 y yo empezaba a investigar la historia de la Humor. En aquellas primeras indagaciones a tientas me topé rápido con las primeras sorpresas de encontrar voces que horadaban el mito alrededor de la revista. La mayoría de los que consultaba quería hablar de Humor pero no de Cascioli.
Entonces le contesté que por el tiempo no había apuro, pero me interesaba el disenso porque tener el aporte de múltiples miradas y opiniones enriquecería mi investigación. "Así que se si cambia de opinión, tiene hueco en las próximas semanas y puede recibirme, lo apreciaré muchísimo. Saludos". Me contestó enseguida que lo dejáramos para comienzos del año siguiente.
En enero, cuando retomé el contacto siempre vía correo electrónico, volvió a disculparse por la demora en responder, y me soltó: "el problema es la falta de tiempo; por eso creo que se puede resolver telefónicamente; porque uno va a la grano y habla directamente de la cuestión. En todo caso lo hacés en dos conversaciones, las grabas y listo el pollo. Estoy preparando materiales para una expo en Francia y terminando dos libros. Como comprenderás esto es para mi más importante en cuanto a la inversión de mi tiempo, que recordar a la detestable revista "Humor" donde la pasé tan mal".
Le insistí en una entrevista presencial pero no hubo caso. Era por teléfono o no era. Claro, mi impertinencia no me permitía darme cuenta que para Nine Humor era apenas una revista más en la que había participado y que él para entonces (2011) era un artista de una trayectoria que acá no era muy conocida, pero más allá de Ezeiza -en especial en Francia e Italia- alcanzaba relieves trascendentales. De nuevo, hay que repasar la biografía de la web para ver la cantidad de grandes medios donde publicó, las exposiciones en Europa, libros publicados, galerías, que acá tuvieron nula o escasa repercusión.
Ahora, conmocionado por su muerte, encuentro que había ilustrado en enero una nota en la revista Anfibia y que allí, en esta pequeña bio, rechazaba ser considerado artista y se declaraba un trabajador. La Biblioteca Nacional acaba de lanzar un concurso de historieta en su homenaje.
En YouTube hay varias notas que le hicieron, varios programas que le dedicaron. Espero que la prensa gráfica lo honre como se merece, como artista, como trabajador, como lo merezca. Como lo merece.
La noticia en Le Monde y en Italia.
Gran nota de Andrés Valenzuela en Página 12
La despedida de Sasturain